Cabanyal dos visions

Cabanyal dos visions, exposición colectiva de alumnos del Máster Universitario en Fotografía, Arte y Técnica, UPV. Espai Cultural Biblioteca Casa de la Reina / Bar La Paca, El Cabanyal, Valencia. Del 16 al 30 de junio de 2010.

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La fotografía tiene muchas caras, es un poliedro cargado de memoria. Cuando se muestra como documento, es capaz de representar historias con nitidez, siempre dispuesta a generar nuevos micro-relatos desde donde poder empezar cualquier análisis semiótico o cualquier narración personal. Las fotografías antiguas amplían todavía más la posibilidad de generar un universo de historias con el solo hecho de ver a sus protagonistas, incluyendo en sus vidas imaginadas los hábitos conocidos a partir de los detalles captados por las imágenes. El valor documental de las escenas cotidianas, festivas, laborales… plantea una consciencia de ser de aquello mostrado, ayudando a la comprensión de un contexto, de una época, de unos modos de vida.

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Impactos mediáticos de las revueltas

Texto realizado para la publicación de la X Edición Cabanyal Portes Obertes. Salvem Cabanyal-Canyameral. El Cabanyal, Valencia. Octubre 2008.

La fotografía de prensa es el registro de los acontecimientos merecedores de ser noticia. Así lo sabemos tras más de un siglo de prensa diaria ilustrada con fotografías, a la que acudimos deseosos de confirmar nuestras ideas con sus imágenes. No siempre coinciden, pero no tanto por su falta de precisión como por la ausencia de visibilidad de ideas y opiniones minoritarias. La minoría es aquello que debe existir en cualquier estado de derecho que se precie para que la mayoría siga ninguneándola, cuando no deseando su pronta y aséptica desaparición. Mientras que saber cuándo un acontecimiento es merecedor de convertirse en noticia es tanto o más complicado como descubrir qué nace antes, si el evento o la necesidad de seguir aportando información diaria. El paso de un acontecimiento del estado de suceso al de noticia es más rápido y accesible que el que tiene que hacer una opinión minoritaria para convertirse en mayoritaria. Entre medias está, en ambos casos, el papel de los medios de comunicación; pero la economía, ya lo hemos comprobado sobradamente, siempre gana a la ideología… incluso en épocas de crisis.

 

La velocidad de los sucesos y la necesaria ocupación del espacio de los medios de masas parecen conciliar sus esfuerzos para dejarnos asombrados por igual ante la afluencia de datos y ante su narración casi idéntica, salvo detalles cada vez más imperceptibles en el tono o en el enfoque del discurso. Es por eso, tal vez, que las transformaciones en los modos de difundir las noticias hayan ayudado a la banalización de la información escrita tanto como han favorecido la eclosión de la comunicación audiovisual, especialmente con las prestaciones que ofrece Internet, convertido en el termómetro de la actualización perpetua. Perfecta horma al zapato de una sociedad cada vez más dispuesta a vivir los sucesos en tiempo real y a asumirlos a la par que se producen, olvidándolos al poco con similar fruición.

En las ciudades contemporáneas ha ido contagiándose globalmente una necesidad de verse y mostrarse como objeto de deseo que no atiende a fronteras y que necesita seguir en mantenida huída hacia adelante para conservar su imagen ilusoria. Un panorama donde han tenido mucho que decir los medios de comunicación de toda índole y condición y las imágenes promocionales. Esta actitud ha llegado a Valencia tan tardíamente y con una fuerza tan inusitada que no puede más que provocar un amor desenfrenado entre quienes estén a favor de la mercantilización de la imagen de la ciudad y la conversión de su patrimonio en un gran plató televisivo o un desamor profundo entre quienes esperaran un comportamiento más maduro y contenido por parte de los responsables públicos, sabiéndose como se sabe la trama y el desenlace de este argumento. Más si cabe si la escenografía de esta ciudad por la que un día pasó un río y que debe su ubicación original y su idiosincrasia geográfica a una serie de elementos que han desaparecido, se encamina hacia un gigantismo por igual deshumanizado en sus proporciones e irreversible en su ejecución; admirado y cuestionado a un tiempo.

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Atrevimiento, endogamia y participación en las prácticas artísticas contemporáneas

Texto realizado con motivo de la exposición Escultura de acción. Ajuntament de Alaquàs, Vicerrectorado de Cultura UPV, Arte y entorno, septiembre – octubre de 2004.

Casi la primera característica que se le solicita a un artista contemporáneo, tanto en sus etapas o intervenciones iniciales como en el asentamiento posterior de su trabajo e inclusión en el mundo del arte, es que se atreva a probar con lo novedoso, con aquello que no resulta conocido o todavía no hecho o desarrollado, o incluso que ose denunciar lo que desde otros ámbitos de la sociedad exige más tiempo hacer público. Con el convencimiento asimismo de que al atrevimiento sin concesiones pueda más fácilmente acompañarle el encuentro, tanto si se busca previamente como si aparece cruzándose en mitad del camino de lo supuestamente lógico o esperado. Al riesgo, por lo tanto, siempre se le adhiere una actitud activista y alocada que lo hace tan atractivo para unos como impertinente para otros, dentro de unas acepciones que esconden más ideología que gusto o disgusto por lo mero bello. Sin embargo, esta exigencia suele desembocar en la consabida paradoja que acompaña a determinados artistas contemporáneos, quienes se encuentran arriesgando a cambio de perder oportunidades que les permitieran seguir avanzando en su trayectoria personal, lo cual implica por lo tanto tener que reconstruirse a sí mismos de continuo o acarrear con la pesada carga que supone convencer a los demás de que su opción va con ellos/as, inseparablemente. Lo que podríamos resumir en que si por un lado se exige implicación y atrevimiento, por otro se castiga (o al menos no se alienta) que los haya.

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