Mar García Albert: Pintar sin pintura sí es pintura

Texto escrito con motivo de la exposición Sin Título,  de Mar García Albert en Espai Tactel, Valencia.

La relación entre vida y arte es una pieza que consta de dos caras inseparables. En apariencia, la visión de una implica que la otra quede oculta; pero la realidad las hace más permeables y aquello que ocurre en el reverso emerge en el anverso, y viceversa, contaminándose de las experiencias, los colores y los humores que acontecen tras su aspecto formal. Si la forma es la cuestión que posibilita que el arte exista y subsista, el tiempo es quien planifica todo lo que ocurre en la vida. De ahí que el tema del tiempo sea el gran motor del arte, lo que permite esa lucha en contra de lo inevitable construyendo posibles y generando posibilidades de transformación de la realidad.

Una de las primeras obras de Mar García Albert (Valencia, 1980) lleva por título CMYK y consta de cuatro telas, sin bastidor pero enmarcadas y protegidas con cristal, a las que se les ha cosido una palabra en cada una realizada con lentejuelas de los colores clásicos de la cuatricomía (cian, magenta, amarillo y negro). Las cuatro palabras están escritas en alemán y se refieren a técnicas artísticas que, a su vez, indican las especialidades requeridas por la escuela de arte UDK, de Berlín, donde la artista intentó cursar estudios, sin éxito, la primera vez que lo solicitó. Con la carta del segundo rechazo, elaboró un políptico de catorce cuadros, es decir, multiplicó por más de tres el número de obras que sirvieron para proclamar a los cuatro vientos el rechazo. En este caso, titulado Catorceavos, la sofisticación del metalenguaje pictórico alcanza un estadio mayor. Los pedazos de la carta una vez rota, fueron recuperados por la artista para armar desde aquí un homenaje a ese fracaso pasajero. El contorno exterior de cada uno de los catorce fragmentos elegidos se ha replicado a un tamaño mayor confeccionado con lentejuelas blancas directamente sobre el lienzo. Una palabra o grupo de palabras y/o números se ha bordado en la parte inferior. El texto mostrado está extraído de parte de la información que quedó seleccionada dentro del fragmento, poniendo en relación los datos del remitente, del destinatario y el contenido de la carta.

Sirvan estas dos obras para explicitar que el tono del trabajo de Mar García Albert, si bien necesita de una contextualización donde lo personal y lo político convergen, a su vez, está cargado de una poética que hace que se explique solo. Ambos planteamientos van encaminados a la cuestión sobre lo pictórico, es decir, a dirimir y discutir sobre si la pintura es un medio y un lenguaje que es principio y fin en sí mismo; o si es una herramienta funcional que posibilita que las historias, las cuestiones sobre sí misma en tanto que lenguaje artístico, o la autobiografía de quien la emplea, puedan darse sin pensar necesaria u obsesivamente en la historia del arte que le precede, o sin quedarse ensimismado consigo misma. Este debate no es solo una revisión del clásico sobre la forma y el contenido; ni tan siquiera el planteado más recientemente sobre el modo de acercarnos a la interpretación de las imágenes. Estas obras, además, cuestionan el propio lenguaje del que hablan y con el que hablan. Si fuera escritura sería un poema visual que debate sobre el ser o no ser de la poesía; si fuera un film, sería deudor de algunas obras de autores como Vilgot Sjöman o Jean-Luc Godard, que debatieron, haciendo cine, sobre qué era exactamente para ellos hacer cine.

Como pintura que es, por más que el lienzo escasamente aparezca pintado, las referencias recogen la tradición de pintores que dejaron el lienzo sin pintar, que hicieron de la pintura un acto sin finalidad (pintando por ejemplo de blanco el blanco) o de aquéllos que decidieron rasgarlo más o menos elegantemente o bien exponer su reverso. En este sentido, las obras de Mar G. Albert recogen la tradición femenina de contar historias de otro modo: desde un yo poco sobredimensionado y utilizando medios empleados en el ámbito doméstico, como la costura, para situarse en el centro de un debate estilístico y de contenido. La utilización de técnicas cargadas de sentido en otro contexto, a su vez cargado de sentido, multiplica los niveles de su interpretación. Vendría a decirse que la pintura no es pintura por aquello que está pintado en la superficie, sino por lo que está presente, representado o instituido por primera y, tal vez, por última vez.