Crítica: La perfecta inquietud. Hell’O Monsters

Publicado en Posdata, suplemento cultural de Diario Levante-EMV con motivo de la exposición de Hell’O Monsters en Espai Tactel, Valencia. 1 de junio de 2012

Espai Tàctel es uno de los jóvenes espacios surgidos en el barrio de Russafa dedicados a promover el arte contemporáneo, al igual que Trentratrés Gallery. Los artistas y diseñadores Ismael Chappaz y Juanma Menero gestionan este espacio desde la querencia al diseño, intentando mantener unas fronteras flexibles entre ámbitos de creación y generando público cultural crítico. Una tarea nada sencilla en esta ciudad, mucho más dada a criticar iniciativas que a promoverlas. Cuando esas críticas están vinculadas con las instituciones públicas culturales o están pronunciadas explícitamente por quienes trabajan en ellas, se desacreditan solas; pero es conveniente traerlas a colación. Pues es una lástima que esas voces no empiecen haciendo auto-crítica, es decir, demostrando la velocidad mientras andan, en vez de mantenerse inmovilistas dentro de infraestructuras que no promueven (casi) ningún proyecto generador de cultura porque se han endeudado, al parecer sin saber cómo ni porqué, para varias generaciones futuras. Por insistir un poco más en el posicionamiento: estos proyectos como Espai Tàctel no sólo no son diletantes o perezosos, sino que probablemente sean de lo poco que tiene sentido y posibilidad de ser, artísticamente hablando, en el momento presente.

Tras la espléndida exposición de Martín López Lam (Lima, 1980), ahora se presenta la muestra del colectivo belga Hell’o Monsters, que lleva por título Two sticks and a cross are easily confused (Dos palos y una cruz se confunden fácilmente). El trío lo forman Jérôme Meynen, François Dieltiens y Antoine Detaille, y realizan un trabajo a seis manos de una consistencia técnica y coherencia conceptual inusual. La exposición está planteada como una instalación, conformada por treinta y una obras enmarcadas, murales en las paredes y objetos. Dadas las características del espacio de exposición, formado por dos paredes enfrentadas, ésta se ve en dos golpes de ojo, lo que ayuda a entenderla como un todo que se completa por la suma independiente de sus partes. El cuestionamiento de la individualidad en pos de un trabajo colectivo de gran sobriedad y consistencia es una de las cualidades más sobresalientes de este equipo.

El material de trabajo de Hell’o Monsters surge del imaginario de El jardín de las delicias, de El Bosco, pero pasado por el tamiz posterior del surrealismo de Max Ernst y René Magritte y el actual del cómic (la escuela belga de línea clara heredera de Hergé, pero también Chris Ware) y el grafiti. La peculiaridad estriba en aunar todas estas facetas y mostrar un trabajo fresco, ejecutado con pulcritud, referencial y con largo recorrido, pues la caterva de personajes híbridos, polimórficos y de una monstruosidad clásica no parece tener fin. Así, encontramos peces con piernas humanas, cabezas hechas de ladrillos (o ruinas con forma de cabeza) de donde salen ramas, a su vez repetidas en la pared; estantes en perspectiva pintados sobre el muro que “aguantan” simuladamente otros dibujos enmarcados, algunos de los cuales pendiendo de un cordón, al estilo clásico; figuras geométricas y una piedra en una ventana a través de la cual se observa el firmamento; dos palos coloreados con la misma paleta empleada en casi la totalidad de los dibujos: salmón, gris, azul y negro. Esos dos palos, sin estar del todo cruzados, pueden confundirse con una cruz, pues sabemos que la Fe mueve montañas y es más bien ciega, como ese personaje con los ojos vendados a quien le ha crecido una Iglesia en la cabeza.