Bestiario del yo y el ello

Publicación con motivo de la exposición de Joan Verdú Simple Images en Neilson Gallery, Grazalema, Cádiz. Del 24 de julio al 28 de agosto de 2010.

verdu

«Un artista es alguien que produce cosas que la gente no necesita tener pero que él, por alguna razón, piensa que sería una buena idea darles.»Â Frase otorgada a Andy Warhol

Determinados autores conviven con su obra como si ésta fuera una experiencia más extraída de su vida, de ahí que resulte complejo discernir donde empieza una y qué termina construyendo la otra sobre sí, para sí y para el espectador que finalmente le otorga sentido. Ante casos como éstos, cuesta saber si la pintura es la excusa, una necesidad o el motor que genera una forma de ver lo que nos rodea y sin la cual ese proceso de traducción que es la representación, fracasaría. La pintura compete a lo real de igual forma a como éste existe sin necesidad de ella; es decir, tratando de aprehenderla constantemente, la pintura ha acabado creyendo, en la mayoría de las ocasiones, que ella es la realidad, y es bien sabido que no hay nada más alejado de lo real que un cuadro, ni más parecido a la subjetividad que la mirada de un pintor. No todos los tipos de arte se ensimisman tanto consigo mismo como lo hace la pintura, por más que la capacidad de trascender no sea tampoco mucho mayor en otros casos en los que la mirada colectiva y social se antepone a la personal y egocéntrica (aspectos ambos intrínsecos a la pintura).

Joan Verdú representa un tipo de artista empeñado en seguir haciendo de su vida su obra y así completar una obra que exceda su propia vida. Este aparente juego de palabras se resuelve fácilmente al observar sus cuadros. El perfil de su cara recortado frente al cuerpo desnudo de una mujer, también como una silueta, donde las relaciones se enfrentan a la física, la química o, en ocasiones, también a la técnica aplicada, confiere un componente de fisicidad característico del arte objetual. En este sentido, su trabajo parece necesitar, tal como quizás él necesite, de un cuerpo, de objetos, de elementos corpóreos para realizarse, para ser obra (y artista). Por lo tanto, sus pinturas son básicas, estructurales, directas y sencillas, permitiendo hacer suya la expresión de que su intención es, simplemente, hacer imágenes, sabiendo que no es nada fácil generarlas. Verdú no es Warhol por muchas razones, pero Verdú busca en Warhol lo que éste encontró en la estética del consumismo diario; esto es, una excusa, un punto de apoyo para ser al menos tan Verdú como Warhol construyó a Warhol.

Cada artista intenta ser un tipo de artista que no se parezca a ningún otro artista y que aparente buscar lo que ninguno otro busca. No hay otra forma de estar en el mundo, y esto se puede extrapolar a casi cualquier ámbito de la creación. Quien diga que no ansía o busca esto, o bien ya lo encontró o bien ha decidido mantenerse al margen, ese espacio liminar donde convergen los diletantes y los díscolos por muy diferentes razones. Es decir, el margen es el lugar donde el exceso y el defecto conviven, aunque rara vez conversen entre ellos. Verdú no está al margen porque él se inspira en Warhol, y Warhol no sólo habitó el mismo centro, sino que lo creó a su imagen y semejanza para reinarlo.

En los cuadros que componen esta muestra, Verdú emplea varios elementos que remiten a un rey. Él es el amo de su universo, plagado de sus filias y sus fobias: cuerpos de mujer, pechos, culos, el perfil de su propia cara, escaleras, naipes, coronas, bebida de marca, juegos de palabras, su cuerpo abrazándose y abrasándose, como en ese gesto autosuficiente y pueril, divertido y con trampa… Así son también sus cuadros: divertidos, pueriles, algunas veces en exceso superficiales (la esencia de la pintura) y en otros casos maquiavélicos, con doble sentido, incluso profundos (la esencia de la existencia). Ambos excesos se rozan, conviven, y en este caso, también conversan. Este es el bestiario de Verdú, recurrente como un abecedario e intermitente, pues algunos elementos aparecen y desaparecen de las series, aunque su contenido alegórico se mantenga. De ahí que resulten siempre extraños (e irritantes desde una posición objetiva, no digamos ya desde una mirada feminista) los perfiles del cuerpo femenino mostrados sistemáticamente sin cabeza. Una pulsión entre el Yo y el Ello freudianos que siempre gana, en estos casos, la parte netamente inconsciente, y donde el Súper-Yo parece mirar sin implicarse en absoluto, desaprendiendo lo ya sabido. ¿Puede la pintura, en cuanto que creación y construcción social, dejarse llevar por lo inconsciente? ¿Es esta la libertad que debe disfrutar cualquier obra, ajena a la interpretación más o menos explícita de quien la observe? ¿Es su resultado, en cuanto que cuadro o pintura, un fin que justifica sus medios? Demasiadas preguntas, alguien podrá decir, para una serie de cuadros donde lo que se muestra es lo que quiere mostrarse, sin pararse a pensar en correcciones políticas ni en miradas enrevesadas o prejuiciosas.

Verdú es un calígrafo que dibuja bastante bien y que ansía ser pintor; esto es la síntesis de la lucha de clases. De ahí que cuando caligrafía sobre sus cuadros, éstos posean algo más que cuando sólo dibuja y bastante más que cuando únicamente pinta. La convergencia casi omnipresente de estos tres elementos, sin embargo, sólo separados y tal vez discernibles en este análisis, es Verdú al ciento por ciento. La cita de Warhol que encabeza este breve texto es un resumen pre-claro de la situación del arte en su contexto. El empeño de muchos artistas por demostrar que lo son, antes incluso de querer serlo, choca frontalmente con aquellos artistas de verdad poseedores de talento que no tuvieron o no tienen empeño alguno por demostrar que lo son. El mundo del arte está plagado de ejemplos, algunos de ellos paradigmáticos, de este exceso de empeño sin talento, siempre ganador frente al exceso de talento sin empeño. Verdú tiene empeño, pero también posee talento; queda medir cuanto de una cosa y cuanto de otra, si es que a alguien eso, a estas alturas, le importa.


«An artist is someone who produces things that people don’t need to have but that he – for some reason – thinks it would be a good idea to give them.»