Cinematógrafos Caro y el ocio moderno

Revista Lars, cultura y ciudad, nº17. Aportaciones modernas: Brasil, Argentina y Uruguay. Enero de 2010.

Aspecto actual de la entrada de uno de los Cinematógrafos Caro, hoy Colegio público Santa Teresa

Máquinas y puzzles
En 1910 el cine lleva quince años existiendo. De la atracción que supone en los primeros momentos posteriores a 1895 su propio mecanismo, la fascinación generada por una máquina que es capaz de reproducir un símil del movimiento real, se ha pasado rápidamente a valorar y querer contemplar los mensajes y las historias, entenderlos y dejarse seducir, emocionar y reeducarse por ellos. Una consistente traslación de la forma al contenido, o del medio al mensaje, que se extendió a otros ámbitos y ha pervivido, tal vez con una fuerza inigualable, en el arte de vanguardias y en los estilos artísticos posteriores.
De forma muy similar a como aconteció con la fotografía, el cine fue la culminación de un puzzle de encuentros desperdigados, trabajados desde diferentes puntos y del que, con no poca perspicacia mercantil y respaldo familiar, se apoderaron Louise y August Lumière, patentando una marca y, es cierto que también, un modo de visionado que ha perdurado hasta nosotros y que marcó de principio a fin el siglo XX. Como la historia a veces reescribe sus deslices, una placa que figura en el edificio donde se ubicaba el mítico Grand Café -situado en el número 14 del Boulevard des Capucines- hace justicia honrando a los otros responsables del puzzle francés: «A Reynaud, Marey, Demeny, / Lumière et Mèlies / Pionniers du Cinèma / Hommage des professionnels / a l’occasion / du cinquantenaire. 28·12·1945». Esta suerte de ajuste de cuentas convive con la inscripción clásica e igualmente merecida: «Ici le 28 decémbre 1895 / eurent lieu / les primières projections publiques / de photographie animé / a l’aide du cinématographe / appareil inventé par les frères Lumière». En la actualidad, en el bajo comercial de este edificio se halla una tienda de la multinacional de ropa juvenil Gap y a unos metros de allí otro café, de nombre Le Gran Café des Capucines, juega al despiste con el nombre y renombre del original. La entrada actual a lo que fue el Salon Indien, la sala donde se proyectaron los diez cortos en esa mítica fecha, es el restaurante de un hotel que posee una cafetería llamada Lumière. Se cierra de esta forma el círculo de las referencias y las citas a un acontecimiento histórico que, sin ser la primera proyección cinemática, sí devino definitiva para entender el cine moderno y su correlación contemporánea.

Si bien la imagen del nacimiento del cine como puzzle es una imagen común empleada por muchos historiadores cinematográficos, el curador Kerry Brougher dentro de su proyecto y publicación Art and Film Since 1945, ofrece una imagen reveladora. Toma un fotograma del filme Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941) donde se observa cómo la segunda esposa de Kane, Susan Alexandre Kane, interpretada por la actriz Dorothy Comingore, está sentada frente a una gran mesa con cientos o miles de piezas de un puzzle (1. Kerry Brougher (Ed.): “Hall of Mirrors”, en Art and film Since 1945. Hall of Mirrors, The Museum of Contemporary Art, Los Angeles, EEUU, 1996, p.25). Al fondo se ve una gran escalera sin barandilla y de cuesta poco pronunciada, una suerte de sarcófago custodiado por un animal mitológico y dos columnas flanqueando ambos lados, y en la parte izquierda una portada gótica que da acceso a una habitación que no llegamos a ver. El espacio que media entre el primer plano y el fondo está vacío, exceptuando un candelabro de pie compuesto por siete brazos de gran tamaño. El puzzle por armar puede tener muchas lecturas. Tanto puede ser el pastiche arquitectónico elegante que actúa de fondo y define claramente el carácter megalómano de su propietario como, por el aspecto aburrido y abrumado de la esposa de Kane, la imposibilidad de una vida feliz. Incluida esta imagen en un contexto donde Brougher considera a Orson Welles como el primer gran cineasta nacido después del origen del cine, por lo tanto el primero auto referencial, este puzzle puede ser también la imagen metafórica de un cuestionamiento del medio cinematográfico. Más aún si atendemos, tal como él mismo indica y se ha citado con anterioridad, a que Ciudadano Kane prácticamente comienza con un final, el The End del noticiero que repasa la vida y obra del protagonista una vez fallecido.

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