El poliedro de la fotografía. Registro, documento, arte y plusvalía.

Publicado en Lars, cultura y ciudad, nº16, Una ciudad, múltiples culturas. Octubre de 2009.

neda

Imágenes frente a fotografías
El pasado 18 de junio de 2009, en plena reacción ante los resultados electorales en Irán, el periódico El País publicaba una noticia en portada con el titular “Twitter burla el cerco de los ayatolás” junto con el subtítulo “La Red se convierte en el campo de batalla de una ‘ciberrevuelta’ mundial”. Apenas tres años antes de esa fecha , parte de este titular no hubiera sido posible realizarlo, ni tampoco habría sido entendido por un sector amplio de sus lectores. Puede que incluso un diario como el citado tampoco se hubiera atrevido a publicarlo fuera de su suplemento especializado en tecnología. Tecnicismos como Twitter, Red (escrita su inicial con mayúscula) o el entrecomillado ciberrevuelta no sólo responden a una extensión global de la tecnología, sino que han empezado a verse como herramientas útiles y funcionales para contra atacar abusos de poder o desvelar situaciones comprometidas. En este caso, la tecnología sirvió para denunciar la irregularidad en los resultados electorales, decantados a favor del reelegido presidente Mahmud Ahmadineyad. Con anterioridad a este tipo de ejemplos, una gran parte de las informaciones sobre tecnología, Internet y redes sociales publicadas en las secciones habituales de los periódicos servían para desenmascarar actos subversivos, acciones piratas, intercambios sexuales o redes de explotación derivadas, o bien extendían la crítica a propósito del empleo del anonimato, sobre el cual, se impele constantemente, existe total impunidad en Internet.

El aspecto fundamental de este ejemplo, más allá de la normalización del titular, es la posibilidad real que este servicio de microbloging aporta para establecer una red social capaz de estar organizada e interconectada en tiempo real y con el empleo de diferentes canales de información. Aunque es cierto que el uso de Twitter fue efectivo fuera de Irán y no tanto dentro de sus fronteras, consiguió generar en la opinión pública internacional una postura firme contra los comicios fraudulentos gracias a las imágenes y los mensajes obtenidos de primera mano. Por otro lado, como contraprestación a las ventajas, estas prácticas informativas en las que cada ciudadano/a deviene periodista generan un tipo de información donde el contenido y su procedencia resultan difícil de contrastar. Dos meses antes de esta revuelta en Irán, Twitter y Facebook fueron los nodos sociales que consiguieron congregar a más de 20.000 personas en Chisinau, capital de Moldavia, contra los resultados electorales que daban como ganadora a la formación en el Gobierno, liderada por el Partido Comunista. La propulsora de esta convocatoria, bautizada como la primera revolución twitter, fue Natalia Morari, una joven periodista de 25 años. Para ella, como para tantos otros usuarios, Internet «hace un mundo más democrático. La democracia es imparable a través de la Red» . Estas mismas palabras, o casi idénticas, se han empleado a través de décadas y décadas para definir el poder de la fotografía. Toda su historia, si situamos su inicio en la presentación pública del invento en 1839 en París, se puede entender como una imparable evolución en la democratización de su uso. Las sucesivas actualizaciones de este proceso imparable tienen un antes y un después de la irrupción de la fotografía digital y el universo de producción y difusión de imágenes que le acompañan, cada vez más completo e inmediato.

El dramático e injusto icono de la revuelta verde iraní, silenciada con los disparos de la milicia basiyí, fue la muerte de la joven de 26 años Neda Aga Soltán. Su agonía fue grabada en directo con un teléfono móvil y difundida a través de You Tube a todo el planeta. La imagen de Neda se relaciona irremediablemente con otros iconos fotográficos o audiovisuales de guerras y revueltas, como la niña sudvietnamita corriendo desnuda momentos después de un ataque con Napalm durante la Guerra de Vietman o el estudiante chino que se encaró con los tanques del Ejército Popular de Liberación en la Plaza de Tiananmen. La presentación o no de las imágenes de estos y otros sucesos diarios en los medios de comunicación mantiene abierto el debate sobre la ética profesional. ¿Qué debe entenderse por derecho a la información y hasta dónde debe llegar su cumplimiento, pues con frecuencia choca de frente o se salta el propio derecho de las personas agonizantes o muertas a ser respetadas en una situación tal? ¿Es la visibilización de estos conflictos a través de las imágenes, un acicate para acelerar su resolución, o sólo sirven para curtir cada vez más nuestras miradas sobre ellos, haciéndonos más insensibles?

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