En defensa de la Sala Parpalló

Publicado el 17 de diciembre de 2010 en el suplemento Posdata, Levante-EMV, Valencia.

parpallo

El pasado día 8 de diciembre se hizo pública de manera confusa y parcial la noticia del traslado de la Sala Parpalló desde su ubicación actual, en el espacio independiente de la calle Alboraia, al edificio del MuVIM. Resultó confusa porque no se entiende que una noticia de esta envergadura aparezca durante el Puente de la Constitución, a no ser que tenga por única finalidad no informar; parcial porque sólo lo publicaba el diario Las Provincias y ABC yvlos demás medios tardaron en hacerse eco y siempre a través de agencias. Las declaraciones inmediatas del director Javier Varela, indicando entre otras cosas que veía muy complicada la coexistencia de dos directores en un mismo museo, parecían contradecir las expresadas por el President de la Diputació Alfonso Rus cuando aseguraba que Ana de Miguel se mantendría en su cargo como directora de la Sala Parpalló, si bien ejerciendo su labor dentro del espacio del MuVIM.

No es intención de este artículo defender a director de museo alguno, pues no hay ni uno solo de ellos en el ámbito de la Comunitat Valenciana que no lo sea como cargo de confianza del diputado, conseller o president de turno. La intención principal de este artículo, por encima de esos cargos que pasan y que con frecuencia no son óptimos para desempeñar la labor encomendada, es defender la Sala Parpalló como institución cultural comprometida con el arte visual. El arte contemporáneo en ocasiones representa la piedra en el zapato de la clase política, o así se empeñan en verlo, pues visibiliza en tiempo real aquello que la economía, la justicia o la sociedad civil necesita tiempo y perspectiva. En determinados contextos geopolíticos, esta supuesta incomodidad representa el equilibrio democrático que toda política necesita para justificarse como bien público necesario. Pero en esta Comunitat, sin embargo, ni siquiera se pretende aparentar que este equilibrio importa. Así, ejemplos concretos como la censura de la exposición Fragments d’un any, que supuso la dimisión de Román de la Calle o esta noticia del traslado de la Parpalló, que supone a todas luces un cierre encubierto amparado en el populismo de los recortes culturales en tiempos de crisis, representan fielmente la actitud infra democrática de los políticos valencianos.

En efecto, lo único que importa ahora es la Sala Parpalló como institución, aquella que entre 1980 y 1995 consolidó un modo preclaro de entender la cultura visual contemporánea (sólo es preciso repasar la Colección Imagen de esos años para atestiguarlo) y que desde entonces ha deambulado por tres espacios diferentes, casi a quinquenio por sede, con la impresión de ser ese mueble antiguo y voluminoso que no se sabe dónde colocar. En los últimos cinco años, el actual espacio de la calle Alboraia había conseguido recuperar ese espíritu, aunque de otro modo y en un contexto político diferente, y consolidar una manera de entender el arte contemporáneo que había conectado con el sector artístico y con el público. Tal vez sea por ello que ha empezado de nuevo la fase de traslados, para ver si ahora, de una vez por todas, se pierde por el camino.

Álvaro de los Ángeles. Secretario General de AVCA-Associació Valenciana de Crítics d’Art